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Y yo, pensaba que amaba, esa es la arrasadora realidad revelada.

Writer: Andrea Motta, la voz de Amargi.Andrea Motta, la voz de Amargi.

Updated: Oct 19, 2023

Al conocer el Laboratorio de Observación, muchas paredes han sido completamente destruidas. Si miro atrás y si el pasado tuviera algo valioso por decir, además de que tiene la razón, me diría que la Observación, y sus implicaciones, son simplemente inconcebibles.





Al habitar la observación, el asombro es inmenso al ver cómo lo que observo es casi totalmente ajeno a lo que pienso, es como si, lo que es, no estuviera de ninguna manera cerca o vinculado con lo interpretado. El asombro es aún mayor al observar cómo, toda la violencia, el conflicto, la competencia, la avaricia y el egoísmo, viven en el mundo de la interpretación, el mundo ideal y fantástico, que, a la final, es pura ilusión.


Bajo la sombra del eclipse hemos visto el recrudecimiento de un conflicto terriblemente doloroso, hemos visto cómo, quienes aparentemente estamos fuera de él, hemos tomado bandos, hemos opinado y, sin querer, nos hemos convertido en fuentes de confrontación.

Entonces, me he quedado observando lo que sucede ante el intento de observación de semejante evento, y en un principio, me era inevitable lanzarme a explicar los sucesos, tomar bandos y decir qué era esperado, me era inevitable irme por allí o por allá a nivel político, humano, social y económico. Rápidamente me perdía en infinitos bucles de pensamiento; lo que se debía y no se debía hacer era la lucha constante de ese juez pensante. En ese nivel analítico, muchas veces confundido con el ejercicio de observación, preguntaba, ¿qué hacer frente a esta situación? Claro, estaba buscando como es aprendido, reprimir, controlar y/o acabar lo que simplemente molesta, sin siquiera darnos la oportunidad de comprender.

Las voces alrededor cantaban, “No llores ni te sensibilices con eso, pues no puedes hacer nada”, “mejor no veas tantas noticias”, además, “es una lección que deben aprender esas personas”, “dios”, “ellos tienen la culpa” …, en fin, no vale la pena ni siquiera seguir mencionando tantas frases lapidarias.



Mientras la observación se abre camino, mientras el laboratorio abraza, es posible estar con plena atención, sin analizar. En ese momento no brota la razón y tampoco brota el pasado que justifica la acción, allí no hay nada más que la revelación de nuestra relación.


¿Relación? ¿Con qué? ¿De qué?


Sí, la relación con el mundo, con las circunstancias, con las situaciones, con las personas, con los animales, con la naturaleza, con todo; con todo lo que soy, pero de lo que, por estar pensando, no me doy ni cuenta. Es decir, es revelada la humanidad.


En ese ejercicio de observación, que lentamente se va tornando en forma de vida, ocurrió un evento vincular, personal, del que no me podía escapar, así que, me encontré con una situación que, antes que nada, me pedía atenta observación y no la huida racional y egocéntrica que solo significa miedo. En ese momento ocurrió el primer insight, la reacción tiene un botón de activación, ¡el miedo!, es que, sucede de forma tan sutil y tan bien disfrazada, que, al observarlo es novedad absoluta. Y sí, digo disfrazada porque el miedo se disfraza de racionalidad y sagacidad intelectual, lo que generalmente se confunde con inteligencia.


Así, con esa comprensión que lleva a la ausencia de miedo que caracteriza al laboratorio, en la quietud que no es inacción (que ahora me gusta llamar inacción a esa forma de actuar reactiva), es posible hacer las preguntas correspondientes y dejar que la observación sea iluminadora, hasta ante un evento personalmente conmovedor.

Si la observación se asienta, son revelados -sin ninguna arandela-, los juicios limitantes que moldean la forma de vida, es revelado cómo lo intelectual es una forma de refugio, es revelado un hecho que transforma sin peros y sin tiempo, es revelado que, las relaciones han sido un juego intenso y entusiasta de poder.


Sí.


Tal cual. Tan duro y seco como suena, sin adornos ni decoraciones innecesarias.


Esa revelación lo destruye todo, deja un gran silencio, quita un inmenso peso y es un sacudón absoluto. Es revelación seña de madurez.


Me doy cuenta de que, me relaciono como con una leona que va a la caza, a dominar. Sutil o burdamente.


Me doy cuenta de que, las relaciones, por más tiernas y cuidadosas que aparenten, son una lucha constante por ganar, por dominar. Por ser la reina del terreno, así sea con disfraz de ternura.


Me doy cuenta de que lo que quiero, silenciosa e inconscientemente, -y hasta diciendo lo contrario-, es poseer; que quiero estar en el podio, así eso signifique parecer no estar en el mismo podio.


Me doy cuenta de que, las relaciones son una necesidad por supervivencia que en este caso traduce posición, poder.


Me doy cuenta de que, mi relación con el compromiso es simplemente para asegurar un placer, una posición de poder, un ensalzamiento del ego.


Me doy cuenta de que, no conozco el amor, que realmente no conozco la vulnerabilidad, mucho menos la ternura y la humildad. Me doy cuenta de que, he permanecido encarcelada por el deseo de poder y su mantenimiento. Un impulso egoísta y orgulloso, que ha modulado todo.


Al darme cuenta, al ver las imágenes, al ver lo que el corazón comunica buscando liberarse, hay un bombardeo silencioso. Como si el universo hubiera tenido un lapsus y hubiese quedado muy liviano, sin tanto cuento que justifica un peso ilusorio.


En ese momento ocurre la vulnerabilidad pura, no la que es usada como arma de manipulación. En ese momento adviene la compasión, esa que es síntoma de inteligencia. Inteligencia entendida como la completa y total sensibilidad humana. En ese momento danza la ternura, esa que mira sin pretensiones, completamente sensible, abierta y transparente.


No hay dolor al observar, danza el gozo del discernimiento. No hay culpa, simplemente es lo que es. Observándolo atentamente, hay comprensión y, es imposible escaparse de la realidad a lugares que quieran pintar pajaritos y venaditos danzantes.



Comprendo que el amor no necesita, es absoluto. Que, si se ama, ¿por qué hablar de negociación? Que, si se ama, es porque sí. Que no significa un deber o un derecho. Que no significa que espero algo de aquello que sea amado.


Mucho se desbarata y la sensibilización es completa. No el tipo de sensibilidad que llora ante el dolor y que reacciona emocional y abruptamente por lo que sucede, si no la sensibilidad que comprende compasivamente, la que discierne y es presencia plena.


Allí se revela la guerra, esa es la guerra en la que hemos vivido, completamente injusta, sangrienta y violenta. El juego de poder que, sin darme cuenta, es mi juego.




Hoy, al salir a la ciudad y ver el mundo suceder, qué sonrisa más inmensa surge al comprender que, es posible vivir sin caer bajo el juego de dominación. Comprendo que lo hacía con la ropa, con el peinado, con el maquillaje, con la sonrisa que agrada, con el madrazo que desagrada y ofende, con el conocimiento, con el color de piel, con la forma de caminar, con el saludo, con los títulos, con la experiencia, con la historia de vida, con el género, con la orientación sexual, con todo. Y sí, habrá quien lo haga ya directamente como presiente de un partido, de un país, de un grupo violento, de un pueblo, etc., y, que le critiquemos y le tiremos piedras, pero en realidad no hace diferencia conmigo y mi forma de vida que solo ha traducido juego de poder. Allí encuentro dónde está el palpitante el conflicto, dónde están los bombardeos y el abuso. También comprendo qué es eso desconocido que llamamos paz.


Atreverse a amar, parece ser el secreto. No hay cómo decir cómo hacerlo. Tal vez, al indagarlo, en el silencio del laboratorio, donde la observación es reveladora, así como destructiva, directa, sin cuidados y sin preludios, suceda la comprensión.


Al comprender la propia lucha, el juego constante de poder, hay una magia sin nombre que ocurre, un desvanecimiento y tal vez una mirada compasiva. Nadie la otorga, ni un método, ni un gurú, si no la maestra observación; a ella no hay que pagarle, no hay que seguirle, no hay que encontrarle, no hay que hacer nada. Ella es silenciosa pero completamente destructiva e iluminadora.


Ahora me río de la simpleza, pues es tan sencillo y sutil, que, ni siquiera se ve. Es tan sencilla y sutil esa compulsión secreta que modula nuestras relaciones que ni la notamos. Ella es el agente más violento, ella sí es la terrorista que no puede atacarse, pues ella atacará de regreso más duro; a ella solo corresponde observarla para comprenderla y así, que lentamente se diluya bajo la luz del discernimiento.


¿Has observado tu relación con el mundo?


El Laboratorio de Observación, habita en cada unx, es un espacio libre que solo requiere de la pasión por querer comprender. Es la energía que puede generar un nuevo mundo.


Gracias siempre por leerme. Si quieres conocer al Laboratorio de Observación que apenas está naciendo como un espacio de compartir la observación, te espero, ya estamos explorando este lugar donde la belleza se manifiesta, mientras la meditación entona su canto.

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