Vivir incondicional-mente no es difícil, solo requiere atención plena a lo que es en cada momento. No tiene nada que ver con ninguna creencia, sistema, ideal y/o culto.
Nos han dicho que la vida ha de tener un sentido. Que nuestras acciones han de tener una razón, una causa, un interés. Que cada cosa que realizamos en nuestra vida debe estar planeada minuciosamente porque estamos esperando un resultado.
Nada puede fallar, es lo que más tememos. Cualquier obstáculo debe ser evitado a toda costa.
¿Qué tendrá que ver el miedo con esta forma de vida tan medida?

Cuando somos niñ@s, llega el momento en el que aprendemos que el juego es para ganar y que jugar es lo de menos. Ganar es ahora el objetivo y qué pesar de las pérdidas. En ese momento ya estábamos cayendo en el sueño más entretenido y a su vez doloroso.
¡Que lucha vivir así!
Nos han dicho y hemos memorizado que la vida tiene un propósito, que hay que dejar una huella en el mundo. Que ojalá obtengamos la casa, el carro y los estudios mayores. Que el prestigio y el poder es necesario para realizar-nos como seres humanos con éxito y prosperidad.
Madres y padres esperan ver a sus retoños "triunfando" en la vida.
Así es, la vida tiene que vivirse de una manera en particular, de lo contrario, el fracaso y la desdicha están asegurados.
De esta manera, consciente o inconscientemente, sucede que en nuestro cerebro se ha creado una razón para todo.
Vemos por lo ventana, o bueno, por la ventana de Instagram o de alguna red social, y vamos siguiendo una estampa. Es casi que obligatoria, pues está profundamente engranada en la psique humana. Vamos navegando en manos de la comparación, esa es nuestra forma de medida y de allí brotan todo tipo de categorías o acusaciones, vamos entre el más y el menos en todos los contextos, a veces el más es el deseo y el menos es la peor pesadilla, o viceversa. Quedamos como una veleta que busca el placer y evitar el dolor.
Nos hemos perdido en un mundo de lucha, aunque dicen que es muy productivo. Uno muy racional. Uno en el que no se puede perder el tiempo, como si el tiempo se pudiera perder.
Nos hemos perdido en ganarnos la vida o en el proceso de iluminarnos. ¿Será diferente ser exitoso e iluminarse? Ahora me suenan casi que igual. Como sea que sea, tenemos metas claras, y quien no las tenga, está en peligro y puede caer en la categoría de enferm@ mental.
La pregunta
"¿Qué sentido tiene mi vida o esta situación?"
Abunda en la psique humana y si no hay una respuesta sentida y/o que sea realmente deseada, la depresión y la ansiedad es inminente.
Cómo no, si es que vivimos en el mundo de las razones y los objetivos.
¡Qué miedo perder el sentido! Pero pregunto, ¿Quién no ha pasado por ahí?

"¿Todo esto que vivo tendrá un sentido?" Esa pregunta ha danzado en la humanidad por siglos, de allí miles de propuestas, religiones, filosofías, sectas,....
¿Te suena muy duro todo esto?
Es el intento de la discripción de la danza de la dinámica del pensamiento. Estos son los juegos explosivos del Laboratorio de Observación.
No lo puedo negar, ¡son realmente explosivos! Cada vez van dejando menos.
El Laboratorio de Observación revela que pareciera que vivimos dormid@s entre tanto conocimiento. Que pareciera que ese conocimiento por el que tanto hemos luchado y al que much@s llaman la fuente de poder, fuera el que dirige todo; pensamientos, sentimientos, emociones, todo. Pareciera que ya no vivimos, pareciera que solo sabemos sobre vivir.
Revela que la vida puede convertirse en un profundo sueño en el que soñamos que estamos despiert@s y que lo entendemos todo, viviendo una vida de estampa, sin chispa.

Ahora, por favor, déjame compartirte cuestionamiento explosivo que revela el Laboratorio de Observación.
¿Qué tal prender la linterna de la atención y atrevernos a observar esta dinámica de pensamiento sin ningún interés? Es decir, sin ningún sesgo. ¿Qué tal darnos cuenta de este movimiento mental y al hacerlo, disolvernos?
Un cuestionamiento que rápidamente lleva a la pregunta
¿Qué tal vivir una vida incondicional-mente? Es decir, sin razones, sin motivos, sin objetivos, sin metas, sin tantos mañanas vividos por adelantado.
Es de película.
Cuando vino,
reinó el silencio.
Es una explosión que sí es destructiva. Como dice Krishnamurti, es una explosión que destruye lo conocido, y creo que comparto lo que dice, no hay nada más aterrador. El miedo no es hacia lo desconocido, el miedo es a destruír lo conocido. Es acallar la cháchara relatora que se mantiene y sostiene en el silencio de la intimidad de cada quien. Es acallar la cháchara que generalmente lleva las acciones y lo sabe todo.
Por eso mismo no es insospechado que el pensamiento, reactivo por naturaleza, en su inmediatez grite a los cuatro vientos, ¡qué miedo! Es una locura.
Eso es lo peor que le puede pasar a alguien, lo peor y más peligroso es vivir una vida sin sentido. Suena como a depresión y posible suicidio.
Suena como a fracaso total.
Suena a que entonces la vida se va para la basura.
Lo cierto es que sí suena a que hay un patrón de pensamiento arraigado y que éste es el que piensa, el que decide, el que hace. Suena que es el conductor de todo. Suena a que reacciona ante la menor amenaza.
¿De dónde salió el cuento de que la vida ha de tener un sentido? ¿De dónde salió que no es posible no tener un sentido? ¿De dónde salió que sí o que no sobre la vida que sucede en sí misma y por ella misma?
¿Por qué abunda el pensamiento que dice que cada mañana pararme de la cama debe haber un sentido? ¿Por qué abunda que no tenerlo no se debe? ¿Por qué en cada palabra, en cada contacto, en cada relación, debe haber un motivo o una razón más allá de la acción en sí misma y por sí misma?
Al verlo, todo tan racional, suena como a algo hueco, falso, vacío. Sin amor.
Claro, aparenta seguridad, control. Poder.
Solo apariencia, pues el miedo yace debajo de todo ese fluir.

¿Podríamos intentarlo? ¿Intentar vivir incondicional-mente?
No, no desde el pensamiento de vivir y actuar sin sentido ni razón. No, no me refiero a perder el sentido y vivir sin sentido en nuestro pensar. ¡No sabríamos cómo! ¡Quedaríamos perdid@s! Esa frase es un veneno para el pensamiento y sí puede ser un veneno para nuestra psicología. Además, sería muy paradójico decir, iré a actuar sin motivo, siendo ese el motivo. ¡Ay los juegos del pensamiento son increíblemente mágicos!
La idea es verlo desde la observación. Ver esa dinámica.
La observación es magia reveladora - disolutoria. Ella solita, nada más.
Ella, si es ella, no tiene razones, intereses, causas, consecuencias, nada.
Ella es porque sí.
Quieta y tan activa como fuera posible.
Es sin tiempo, mientras pasa el tiempo.
Suena al amor, pues el amor no tiene razones. Si hay razones, hay intereses, y donde hay intereses y objetivos, con seguridad que el amor aquí está velado. El silencio del amor queda velado por el sonido del palabrerío que tiene la razón y razones para actuar.
Vivir incondicional-mente significa observar el mecanismo que impone condiciones, verlo brotar y funcionar, para luego ver también su desaparecer. Quedando entonces un motor inmóvil, silencioso, desde el amor. Espontáneo. Bondadoso. Novedoso.
El amor no tiene condiciones. El amor no tiene cualidades. El amor no tiene colores. El amor no tiene razones. El amor no tiene objetivos. El amor no tiene demandas. El amor no tiene peros. El amor disuelve amantes y amad@s.
El amor es absoluto.
Justamente desde allí.
No desde el sentido o del sinsentido. Es otro mundo.
Justamente desde allí,
está lo incondicional-mente.
Sí, lo sé, suena a idealismo.
Pero no, no lo es. No refiero a una corriente de acción o a alguna propuesta.
Si esto que lees es tomado desde la razón, tal vez la respuesta sea que es un ideal muy bello pero que la vida real es otra; también puede sonar a locura sin sentido, todo depende del señor pensamiento. Él, muy emocionado, tendrá mucho que decir al respecto. Pero no, estas letras no son para alimentar el pensamiento y las teorías o las corrientes.
Por eso mismo tampoco se valen preguntas como ¿y cómo lo hago? Paradójicamente esta pregunta solo nos haría seguir girando entre las tantas condiciones, entre las tantas razones.
Estas letras intentan describir una observación destructiva, destructiva del mundo que conocemos, el mundo modelado por patrones de pensamientos violentos, muy dolorosos.
Luego no hay nada que temer, cuando es necesario usar el plan y el objetivo, se usa. Pero no es el plan y el objetivo el que vive la vida. Es el plan y el objetivo en servicio el que se vuelve un acto compasivo e inteligente.
Este es un mundo completamente desconocido. Tan fresco que no conoce el envejecimiento del pasado.
El laboratorio de Observación te espera. ¿Dónde queda?
En ningún lugar, es ahora mismo.
En la observación.
¡Podríamos compartirlo!
El único riesgo es que sea completamente destructivo. Y por ende, generador de vida.
Cargada de explosivos,
Amargi.
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